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sábado, 17 de diciembre de 2011

El nombre de algunos platos....

Milanesa napolitana

En la década del 50 un restaurante ubicado frente al Luna Park tenía un cliente que llegaba siempre a medianoche para comer milanesa. Una noche el cocinero se excedió con la fritura y quemó la única milanesa que quedaba. Para evitar la ira de su cliente, al propietario del establecimiento -José Nápoli- se le ocurrió disimularla con jamón, queso y salsa de tomate y le propuso probar algo nuevo y especial: la Milanesa a la Nápoli. Al tipo le encantó y así nació uno de los platos más tradicionales de la gastronomía porteña. Con el tiempo,la deformación en el habla la convirtió en milanesa napolitana.






Copa helada Don Pedro
 
La copa helada conocida como Don Pedro nació en el ya desaparecido restaurante Loprete, que se encontraba en Sáenz Peña al 700, en Montserrat. Don Pedro era un vecino que pedía siempre una bocha de helado de crema con una medida de whisky. El dueño del restaurante pensó enseguida en ofrecer el postre a toda su clientela, y la bautizó como su cliente.

Este y el queso y dulce  son postres preferidos de Don Oscar Molina





Revuelto Gramajo


 
La historia, en el caso de este menjunje de papas, huevo y jamón, se remonta a la época de Julio Argentino Roca. Cuentan que el general estaba jugando una partida de cartas que se había extendido demasiado. El hambre empezó a apremiar y Roca le pidió a su edecán, un hombre obeso y adicto a la comida, Artemio Gramajo, que se las ingeniara para preparar algo. Y así sucedió: Artemio fue hasta la cocina, juntó restos de papas fritas con huevos batidos y cebollas, y llevó la mezcla a la mesa. Desde ese día, se habla del revuelto gramajo.

Papas fritas a caballo

 

Este plato bien argentino nació en el barrio de Chacarita, en una fonda a la que acudían obreros y operarios de la primera fábrica de heladeras de gas que existió en el país. Acosada por la obligación de alimentar muchas bocas, esta mujer frió grandes cantidades de papas y huevos y las sirvió de ese modo a los trabajadores. El mote de "a caballo" fue por un detalle muy pequeño: el hombre que repartía las papas y los huevos era tan pobre que no tenía carro propio y hacía el reparto arriba de un caballo viejo.



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